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lunes, 11 de julio de 2011

Las Huellas de los Alimentos

Original de la nota publicada en Noticias -08 julio de 2011

La medición del agua virtual y de la generación de gases de efecto invernadero pueden transformarse en una barrera para nuestras exportaciones de alimentos. También pueden significar una posibilidad de acceder a mercados de alto valor. Dos ejes de análisis de Congreso Tecnológico CREA que reunió a casi 3 mil asistentes.

¿Alguna vez se puso a pensar cuánta agua se gastó en producir el alimento que está por consumir? ¿O cuánto dióxido de carbono se generó en su producción? Seguramente no, pero si lo hiciera el impacto sería mayúsculo. Por ejemplo, según la organización Huella Hídrica (www.waterfootprint.org) para producir un kilo de carne vacuna se necesitan 16 mil litros de agua, para una taza de café 140 litros, un litro de leche demanda mil litros, un kilo de maíz 900 litros, un kilo de arroz casi 3 mil y un kilo de soja 1.800 litros.
Quizás el verbo “gastar” no sea el más apropiado, porque esa agua continúa en el ciclo natural y puede “volver” en tantos otros alimentos o procesos. Pero lo cierto es que la posibilidad de acceso a ese elemento será una de las limitantes de la producción en el futuro y ya comienza a medirse el “consumo de agua virtual” que encierra cada uno de los productos.
Estas mediciones, junto a las que mensuran la cantidad de gases de efecto invernadero que se produjeron en la elaboración de alimentos y otros objetos pueden constituir una barrera para arancelaria que tenga en cuenta la comercialización de este mundo cada vez más globalizado.
Precisamente la huella hídrica y la huella de carbono fueron dos de los ejes sobre los que rotaron las disertaciones del Congreso Tecnológico de los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) que reunió en Córdoba a 2.975 asistentes.
Cabe preguntarse qué sentido tiene medir el agua virtual, para qué puede servir y con qué objeto. El interés se origina en que el uso del agua en la producción puede impactar finalmente en el consumo humano de ese elemento y la escasez o contaminación del agua pueden ser mejor entendidos o gestionados considerando la producción y cadenas de distribución de productos en su totalidad.
En su disertación en el Congreso Tecnológico CREA, Ernesto Viglizzo, investigador del INTA y del Conicet, consideró que “el gran dilema de los próximos años va a ser la gestión del agua. El clima en las regiones subhúmeda y semiárida argentina tiene fases secas y húmedas que son cíclicas; aparentemente en los últimos años, específicamente a partir del año 2002, estaríamos ingresando en una fase seca en esa franja del país y eso nos obliga a ser más cuidadosos con el uso del agua”, agregó.
“También hay señales claras –apuntó Viglizzo- de que el número de hectáreas bajo riego a partir de acuíferos subterráneos crece exponencialmente en algunas provincias argentinas. Este proceso se desarrolló sin haberse evaluado debidamente cuánta agua se extrae para el riego y cuánta agua se recarga a través de las lluvias. Las tendencias del nivel freático, muy poco evaluadas todavía en el país, pueden ayudar a esclarecer cuán seguro es el cambio de sistema que está ocurriendo de manera silenciosa”.
“Tenemos que ser conscientes de que, si bien podemos extraer agua subterránea con ligereza, éste no es un recurso ilimitado”, alertó el investigador del INTA.
Indudablemente no es un problema solo argentino, al menos no debe verse así. Yolanda Kakabadse, presidente del Directorio Internacional del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF Internacional) y exministra de Ambiente de Ecuador, consideró que “estos tiempos son de escenarios inciertos en el mundo, con sequías e inundaciones por igual, la aparición de bacterias, vectores desconocidos en algunos lugares del planeta y crisis económicas insospechadas”, graficó. Esta incertidumbre plantea nuevos escenarios “donde el ambiente recobra importancia” y recordó que, una década atrás, la temática verde era apenas un espacio para ecologistas e idealistas que “molestaban” con una agenda confrontada al desarrollo y la economía y a la que se acusaba de preocuparse más por la naturaleza que por el hombre. Hoy es imprescindible reconocer el valor importante que tienen el ambiente y la naturaleza”, subrayó Kakabadse.
Precisamente otro gran dilema de la producción mundial es el calentamiento global, por eso la “huella de carbono”, que representa la totalidad de los gases de efecto invernadero que son emitidos por efecto directo o indirecto en la producción, es otro de los elementos que fue tenido en cuenta por CREA durante el Congreso Tecnológico de Córdoba.
Ya desde 2007 CREA viene realizando el “Proyecto Mercado de Carbono” que trabaja en identificar esta huella en 4 sectores: tambos, ganadería, cultivos extensivos y cultivos intensivos para hacer frente a temas comerciales y de acceso a mercados y sobre todo para ayudar a mitigar las emisiones de dióxido de carbono.
“El cálculo de la huella de carbono de un producto puede ser útil para analizar el consumo energético presente en el ciclo de vida del mismo y evaluar sí eventualmente es posible aplicar medidas de reducción o eficientización energética”, apuntó Viglizzo.
Pero no solo la producción emite gases nocivos para el ambiente, por eso Viglizzo se preguntó: “¿Cuánto cuesta en términos de huella de carbono hacer cruzar un producto por el océano para que llegue a Europa? Esta es una cuestión emergente que puede llegar a representar una barrera para-arancelaria para nuestros productos agropecuarios”.
Los impactos ambientales y sus consecuencias comerciales pueden significar un riesgo para un país productor de alimentos como lo es Argentina, aunque pueden transformarse en una oportunidad si el país consigue anticiparse a las nuevas exigencias que pueden llegar a venir. Habrá compradores que demanden productos que “ahorren” agua en su producción, que generen menos gases nocivos y también habrá compradores que estén dispuestos a pagar más por ello.

ESTA NOTA FUE NOMINADA COMO FINALISTA EN LA CATEGORÍA MERCOSUR DEL PREMIO MASSEY FERGUSON.
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